Existe un consenso generalizado de que Finlandia tiene
uno de los mejores sistemas educativos del mundo. Desde que la OCDE comenzara en el año 2000 a elaborar su informe PISA, Finlandia
ha acaparado los primeros puestos mundiales por su excelente nivel educativo, junto
con países como Singapur, Corea, Japón, Estonia y Canadá. Lo destacable es que
las metodologías para alcanzar estosresultados han sido muy diferentes entre
estos países, pues mientras que algunos priorizan las temáticas de la prueba en
sus asignaturas y en clases extracurriculares, en Finlandia se siguen
implementando prácticas que respetan el tiempo libre y la autonomía de los
alumnos.
Pasi Sahlberg señala que la excelencia del modelo educativo de Finlandia descansa en varios factores, entre los que destacan los siguientes: la colaboración entre escuelas y maestros en lugar de competencia, lo cual genera un sentido de responsabilidad entre maestros a través de la confianza depositada en ellos; el profesionalismo de los docentes (valorados, preparados y bien remunerados) en lugar de la desacreditación de la profesión; la mejora gradual, consensuada y continua del sistema en lugar de imponer frecuentes reformas educativas que no le dan seguimiento a una meta en común; y el mantenimiento de la equidad y gratuidad en la educación, en lugar de la privatización, que es consecuencia de políticas públicas educativas malogradas.
Aquí en El Salvador,
diversos actores proponen el sistema educativo finlandés como un modelo a
seguir para orientar las transformaciones educativas prioritarias que se
necesitan efectuar en nuestro país, sin considerar las diferencias de contextos
y de instituciones, y sin asumir lo que eso implicaría en cuanto a
transformaciones culturales, sociales y económicas, y ya no meramente
educativas.
En Finlandia la educación es
parte intrínseca de las políticas sociales, culturales y económicas del país.
El gobierno gasta 30% del PIB en la seguridad social de los ciudadanos,
haciendo que los problemas financieros de las familias no obstaculicen el
aprendizaje. La numerosa red de bibliotecas públicas funge como otra relevante institución
educativa, pues a través de ellas se fomenta la lectura y el aprendizaje
independientemente de las escuelas. Hay un consenso político generado entre los
diversos partidos y el sindicato de maestros que asegura la continuidad de
políticas educativas indistintamente del partido en el poder. Hay que destacar la
preparación que reciben los maestros, quienes deben de estudiar tanto una
licenciatura como una maestría en la carrera docente. La formación
universitaria que reciben procura un balance entre la investigación,
conocimientos pedagógicos, artes, ciencias, humanidades y prácticas docentes.
Pretender, por tanto, encontrar
una fórmula para lograr educación de calidad tomando como modelo el sistema
escolar finlandés, pero sin tomar en cuenta toda la serie de factores que lo posibilitan,
es un error. Un sistema educativo de calidad es tanto un factor dinámico del
desarrollo como un resultado del conjunto de políticas sociales y económicas
que prioriza la equidad y la dignidad de los ciudadanos, sobre todo. Lo cual no
implica que por tratarse de un contexto tan diferente deberíamos rechazar el
intercambio de ideas y buenas prácticas. De hecho, algunas de las prácticas más
notables de Finlandia han sido adoptadas por otros países, como la cooperación
entre maestros y escuelas, la autonomía de los centros escolares y el método
educativo, centrado más en el estudiante y su capacidad de aprender, pensar y
crear por sí mismo.
Héctor Samour
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