sábado, 20 de abril de 2019

La educación finlandesa y El Salvador



Existe un consenso generalizado de que Finlandia tiene uno de los mejores sistemas educativos del mundo. Desde que la OCDE comenzara en el año 2000 a elaborar su informe PISA, Finlandia ha acaparado los primeros puestos mundiales por su excelente nivel educativo, junto con países como Singapur, Corea, Japón, Estonia y Canadá. Lo destacable es que las metodologías para alcanzar estosresultados han sido muy diferentes entre estos países, pues mientras que algunos priorizan las temáticas de la prueba en sus asignaturas y en clases extracurriculares, en Finlandia se siguen implementando prácticas que respetan el tiempo libre y la autonomía de los alumnos.

Pasi Sahlberg señala que la excelencia del modelo educativo de Finlandia descansa en varios factores, entre los que destacan los siguientes: la colaboración entre escuelas y maestros en lugar de competencia, lo cual genera un sentido de responsabilidad entre maestros a través de la confianza depositada en ellos; el profesionalismo de los docentes (valorados, preparados y bien remunerados) en lugar de la desacreditación de la profesión; la mejora gradual, consensuada y continua del sistema en lugar de imponer frecuentes reformas educativas que no le dan seguimiento a una meta en común; y el mantenimiento de la equidad y gratuidad en la educación, en lugar de la privatización, que es consecuencia de políticas públicas educativas malogradas.

Aquí en El Salvador, diversos actores proponen el sistema educativo finlandés como un modelo a seguir para orientar las transformaciones educativas prioritarias que se necesitan efectuar en nuestro país, sin considerar las diferencias de contextos y de instituciones, y sin asumir lo que eso implicaría en cuanto a transformaciones culturales, sociales y económicas, y ya no meramente educativas.

En Finlandia la educación es parte intrínseca de las políticas sociales, culturales y económicas del país. El gobierno gasta 30% del PIB en la seguridad social de los ciudadanos, haciendo que los problemas financieros de las familias no obstaculicen el aprendizaje. La numerosa red de bibliotecas públicas funge como otra relevante institución educativa, pues a través de ellas se fomenta la lectura y el aprendizaje independientemente de las escuelas. Hay un consenso político generado entre los diversos partidos y el sindicato de maestros que asegura la continuidad de políticas educativas indistintamente del partido en el poder. Hay que destacar la preparación que reciben los maestros, quienes deben de estudiar tanto una licenciatura como una maestría en la carrera docente. La formación universitaria que reciben procura un balance entre la investigación, conocimientos pedagógicos, artes, ciencias, humanidades y prácticas docentes.

Pretender, por tanto, encontrar una fórmula para lograr educación de calidad tomando como modelo el sistema escolar finlandés, pero sin tomar en cuenta toda la serie de factores que lo posibilitan, es un error. Un sistema educativo de calidad es tanto un factor dinámico del desarrollo como un resultado del conjunto de políticas sociales y económicas que prioriza la equidad y la dignidad de los ciudadanos, sobre todo. Lo cual no implica que por tratarse de un contexto tan diferente deberíamos rechazar el intercambio de ideas y buenas prácticas. De hecho, algunas de las prácticas más notables de Finlandia han sido adoptadas por otros países, como la cooperación entre maestros y escuelas, la autonomía de los centros escolares y el método educativo, centrado más en el estudiante y su capacidad de aprender, pensar y crear por sí mismo.  

Héctor Samour

 


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