sábado, 6 de abril de 2019

La investigación científica en El Salvador



El Salvador es un país que invierte muy poco en la investigación científica. Mientras los países desarrollados (Estados Unidos, los países europeos, entre otros) le apuestan a la creación de conocimiento científico propio, como un medio para generar un desarrollo económico y social sostenido, El Salvador se ha quedado a la saga del progreso científico. La formación profesional se orienta hacia el consumo de las creaciones científicas que se realizan en otros países del mundo, por lo que no se fomenta la capacidad de crear conocimiento propio.
 
Se reconoce la capacidad de utilizar y aplicar el conocimiento científico que se produce en otros países, pero no la capacidad que tenemos los salvadoreños de construir nuestro propio conocimiento. Asimismo, se reconoce cierta capacidad de generar un conocimiento científico sobre nuestra propia realidad, pero se subestima la capacidad de producir un conocimiento relevante que aporte a la cultura científica mundial.

Este poco interés en el desarrollo de una ciencia propia se refleja en el funcionamiento de nuestras instituciones, públicas y privadas, las cuales trabajan de manera empírica, sin mayor apoyo de un conocimiento científico y sistemático que oriente sus actividades.  Esto condiciona que las políticas públicas, así como los proyectos de desarrollo social y cultural tengan poco impacto tanto sobre los fenómenos sociales que pretenden modificar como sobre las poblaciones que intentan beneficiar.

Frente a esta situación, se puede argumentar que los países con mayor desarrollo económico y social tienen mayores recursos financieros para realizar investigaciones, mejor ambiente para propiciar la innovación y una cultura extendida a favor de la invención, por lo que esos países realizan más y mejor investigación.

Además, se aduce que las prioridades y serias deficiencias en países como el nuestro nos impiden dedicar atención a temas de menor impacto inmediato, como los dedicados a la creación de tecnología y cultura científica, cuyos efectos positivos solo se pueden apreciar después de varios años, pero si son apoyados por políticas y estrategias nacionales sostenidas y sostenibles.

Es importante realizar apuestas e inversiones estratégicas a mediano y largo plazo, tales como las que son demandadas en el área de la educación y en el avance de la ciencia y la tecnología, como ejes transversales a todos los sectores productivos de cualquier país. El fruto de esa inversión se puede obtener solamente a mediano plazo, pero puede incidir positivamente en la sostenibilidad y el desarrollo de una nación.

Aunque los esfuerzos para fomentar las actividades científicas y tecnológicas en nuestro país existen, aún son dispersos y con muy poco apoyo político y financiero por parte del Estado. En el caso de El Salvador, los indicadores de ciencia y tecnología del Banco Mundial sobre investigación y desarrollo (I+D) son muy desalentadores, muestran un distanciamiento acentuado de la investigación nacional con relación a la producción de conocimiento científico a nivel internacional. De no revertirse esta situación, dejaremos de ser interlocutores válidos en la comunidad científica internacional. Por ejemplo, el promedio mundial de gasto en I+D como porcentaje del PIB es de 2.1; el de Brasil, 1.2; el de Costa Rica, 0.5; y el de El Salvador, en su mejor año, fue de 0.1 (ahora casi tiende a cero). En cuanto al número de investigadores por millón de habitantes, el promedio mundial es de 1,250; el de Brasil, 698; el de Costa Rica, 1,327; y el de El Salvador, 116.

Con esta poca inversión en I+D y pocos investigadores, hace que la producción científica (libros y publicaciones) y número de patentes, sean tan bajos que ni siquiera somos visibles en gráficos comparativos entre naciones. Dado que la columna vertebral que sostiene a la I+D en un país es su sistema de educación superior, es necesario plantearse dos preguntas: ¿es adecuado el fin o sentido de la investigación que se realiza en El Salvador? Y ¿cómo hacer una mejor gestión de los fondos destinados a la I+D?

Según publicaciones del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), los objetivos socio-económicos de las investigaciones del país han sido: 1. El fortalecimiento de estructuras y relaciones sociales; 2. La protección y mejora de la salud humana; 3. El control y protección del medio ambiente, y, últimamente, 4. la producción y tecnología industrial.

Se puede concluir, pues, que hay una investigación bien enfocada en cuanto a fines, lo cual es positivo. Sin embargo, no es sistemática, es de corta duración y los fondos asignados son limitados. Todo esto hace que sea una investigación de poco impacto, que no implica cambios sociales significativos para la población.

A diferencia de los países avanzados, en los cuales el financiamiento proviene del Gobierno (la mayoría de países europeos) o de las empresas (Estados Unidos.), en El Salvador la investigación se impulsa en mayor parte con los recursos propios del sector de educación superior. De acuerdo con Conacyt, el promedio de inversión en I+D de los últimos años en el sistema de educación superior del país es de 12.8 millones de dólares, de los cuales el 67% (8.58 millones) proviene de recursos propios de las universidades e institutos, 14% (1.8 millones) del Gobierno, 11.5% (1.47 millones) de la cooperación internacional y 7.5% (0.95 millones) de empresas, fundaciones y ONG, entre otras.

Héctor Samour

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